Larga Noche

 

LARGA NOCHE

 Franco el Director de la empresa eléctrica, abrió la ventana de su oficina mirando al río; siempre llegaba temprano a la oficina, pero se pasaba largo tiempo leyendo y contestando mensajes. El Sol estaba cerca del mediodía, de repente sintió una rara sensación en el cuerpo como un cosquilleo y vio como un inmenso destello, tuvo un mal presentimiento y se puso los lentes oscuros, pero no pudo mirar al Sol, sintió como que estaba mas ardiente que nunca. El fenómeno habría durado cinco minutos pero a él le pareció una eternidad. Por su parte Albérico el jefe de producción que lo acompañaba, tuvo la misma sensación de desasosiego que él. Por un momento los dos se quedaron como petrificados sin saber qué decir. Hay que llamar a Nicoló dijo Franco y levantó el teléfono para llamarlo, pero no funcionaba, apeló a su celular pero tampoco podía comunicarse, miró la computadora y la pantalla se había apagado. Albérico se ofreció a ir a buscarlo al cuarto piso, apretó el botón del ascensor pero no andaba y se escuchaba los gritos de gente que se había quedada atrapada en un entrepiso, bajó corriendo las escaleras y golpeó en la oficina de Nicoló, el jefe de mantenimiento salió enseguida, hablando apresuradamente, diciendo que calculaba que una situación catastrófica habría sucedido. En el camino hacia la oficina del Director, se mostraba muy preocupado con la situación. En la oficina del Director, ya estaba el Ingeniero Amílcar jefe de distribución de redes. Ante la pregunta de Franco, sobre la situación, Nicoló dijo que era evidente que el fenómeno no era local, sino que al no funcionar los teléfonos celulares, el fenómeno tenía un alcance que excedía la responsabilidad de la empresa. Franco que había visto el destello, presentía otra cosa, pero no quería mencionarlo, esperando que alguno de los presentes, tuviera otra opinión. Amílcar se asomó a la ventana y luego dirigiéndose a Franco, expresó su parecer.

Hace un tiempo, yo había comentado que esto un día podría suceder. A mi entender se ha producido una intensa tormenta solar, si eso es así, por el efecto electromagnético generado, se habrían quemado los transformadores y todos los mecanismos eléctricos, dejando sin suministro eléctrico una amplia región”.

Franco, que cuando había visto el destello solar, había recordado lo dicho tiempo atrás por Amílcar, se inquietó sintiendo su impotencia ante el fenómeno..

Mientras tanto, el Presidente de la Nación en su despacho estaba desconcertado, quería llamar a sus ministros pero no funcionaban los teléfonos, abrió la puerta de su despacho y empezó a los gritos a llamar al personal, enseguida acudieron varios integrantes de seguridad y de servicios y les ordenó que como sea trajeran a los ministros a su despacho y concurrieran a las oficinas de la empresa eléctrica y trajeran al director o el Gerente.

Franco estaba comentando con su staff la situación, de repente fuertes golpes en la puerta del despacho interrumpieron la reunión; ordenó que abrieran la puerta. Acompañado por dos integrantes de la seguridad, entró un hombre jadeando, por haber venido corriendo las cinco cuadras que separaban las oficinas de la empresa de la casa de gobierno. Con voz entrecortada habló diciendo que el Presidente quería verlo inmediatamente.

Franco con su séquito de asesores, se trasladó inmediatamente a la Casa de Gobierno, con preocupación, porque sabía que no iba tener respuestas para las preguntas. Así fue, al llegar casi sin saludarlo el Presidente pidió explicaciones, Franco de la mejor manera posible, trató de explicarle lo que había sucedido, que el apagón no era culpa de la empresa; que una tormenta solar había dejado fuera de servicio no sólo la usina sino todo mecanismo eléctrico, por su efecto electromagnético. Tampoco podía asegurarle si el fenómeno era local, nacional, continental o mundial. El Presidente prescindiendo de los alcances, ordenó que por lo menos resolvieran el problema a nivel local, Franco le expuso que para poner en marcha la oficina necesitaría materiales en gran escala, como transformadores, bobinas cables, cobre. Fastidiado el Presidente, casi gritando dijo, si sabía que esto un día podía suceder, por que no tomaron medidas preventivas.

Ante una orden el jefe de compras automáticamente tomó su celular para ponerse en contacto con proveedores, sin resultado, lo mismo hizo el jefe de mantenimiento para ordenar al jefe de cuadrillas, pero también el celular en silencio se lo impidió,. Así algunos de los ministros trataban de comunicarse con radios o diarios sin resultado. El Presidente les dijo tiren esas porquería a la basuras que no sirven para nada, los ministros horrorizados sintieron que se quedarían desamparados, todo lo tenían almacenado en ese aparatito. El Presidente irritado preguntó cómo seguiría la situación, el ingeniero Amílcar le dijo, que habrían sufrido todo los mecanismos eléctricos, que probablemente personas que tenían marcapasos hayan caído muertos, que infinidad de gentes estén atrapados en ascensores y que era probable que barcos y aviones en vuelo hayan sufrido las consecuencias del fenómeno. Agregó que toda la actividad industrial y de servicios sufriría las consecuencias. Con su exposición, esperó desactivar la ira del Presidente y demostró que la situación en que estaban no era culpa de ellos.

El Presidente fastidiado comenzó con un monólogo. No habrá luz eléctrica vaya saber por cuanto tiempo, habrá que usar velas. ¿Volvemos a la Edad de Piedra?

No, a la edad del desencanto, señor Presidente, respondió el ingeniero Amílcar.

Luego mirando por la ventana que daba al Oeste, contemplando los últimos destellos solares, pensó. Bueno todavía podemos disponer del sol.





 

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