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Mostrando entradas de agosto, 2020

Mutación

MUTACION Había llegado a esa casa como consecuencia de un intercambio temporario que había realizado. En un congreso de escritores había conocido a Magdalena, ella me había comentado que tenía una casa en las sierras donde pasaba las vacaciones, pero que las próximas, le gustaría pasarlas en la playa junto al mar. Yo le dije que me sucedía lo contrario, que tenía departamento frente al mar, pero que el próximo verano tenía ganas de pasarlo en las sierras. Ella me propuso un intercambio y yo lo acepté inmediatamente. Cuando llegó el verano, Magdalena me acompañó para instalarme en la casa. Me explicó el funcionamiento de la misma, recomendándome el cuidado de un gato llamado Federico. Le pregunté quien atendía al gato cuando ella no estaba y me dijo que se atendía solo, pero el se sentía el dueño de la casa, y cuando había alguien en la casa sabía que se iban a ocupar de él. La casa estaba en lo alto de la sierra, bastante alejada del pueblo, se llegaba por un angosto cam

El día del Emperador

  El día del Emperador Fue en un largo viaje en avión que escuché este relato. El pasajero que estaba sentado a mi lado, que había permanecido callado durante horas, empezó a hablar. En ese momento yo estaba muy cansado y con sueño, pero a pesar de las ganas de dormir que tenía, algo hizo que le prestara atención. Ahora no recuerdo si lo que contó pasó o va a pasar en algún país. Cuando terminó la historia , el hombre sin esperar mi reacción, se levantó y se cambió de asiento. Inmediatamente me quedé dormido. Al llegar a mi destino, mientras esperaba las valijas en el aeropuerto, traté de recordar lo que había oído: Era una situación confusa entre dos personas, un gobernante llamado Renee y su adlátere llamado Inocencio. Al parecer el gobernante de ese país manejaba como marionetas a sus ministros y secretarios, por la obsecuencia que é stos habían tenido durante años, le habían hecho creer que él era amo y señor de su pueblo. Cansado de ocupar ese cargo y habiendo acumul

El asesor

  EL ASESOR Cuando tenía dieciocho años, vine a estudiar a Buenos Aires una carrera universitaria; contrariando la voluntad de mis padres, que querían que lo hiciera en mi ciudad natal. Por esa época a Córdoba todavía le decían "La Docta". Al principio me costó acostumbrarme a vivir en pensión, extrañaba la casa familiar en el Cerro de las Rosas, sobre todo cuando llegó el primer invierno. Añoraba la gran chimenea recubierta con piedras, traídas de La Rioja; en la que cada noche con la luz apagada disfrutaba ver el chisporroteo de los leños encendidos, despidiendo ese agradable olor a madera perfumada. También las ricas comidas que hacía mi madre los domingos en la "cocina económica", alimentada con quebracho. Fui cambiando de pensión, hasta que encontré una que funcionaba como una gran familia. Como les había prometido a mis padres llegar a ser un diplomático de carrera, ingresé en la facultad de Derecho. Cursé dos años y aprobé las materias

Dos soles

  DOS SOLES El sol castigaba la tierra como nunca, esa tórrida tarde de Diciembre. Ese cuarto domingo de Adviento, las playas estaban colmadas debido a las altas temperaturas, que marcaba un record histórico. Desde temprano la genta masivamente se había acercado a la orilla del mar, tratando de refrescarse. Los primeros en arribar habían podido ubicar su sombrilla cerca de la orilla, el resto continuamente trataban de abrirse paso entre la muchedumbre amontonada a lo largo de la playa, para darse un chapuzón. Otros, una vez que llegaban al agua, permanecían largo tiempo sin salir. A pesar del calor el clima de la gente era festivo, típico de una sociedad concupiscente, discípulos lejanos de Epicúreo. Los cuerpos casi desnudos se rozaban al pasar, rivalizando las mujeres, mostrando sus líneas, esculpidas por cirujanos plásticos, modernos émulos de Miguel Ángel. La mayoría habían llegado a la siesta después de una noche de lujuria y alcohol. El Sol había pasado el cenit

Sueño compartido

SUEÑO COMPARTIDO El hombre entró muy resuelto, pero cuándo se sentó e inicié la entrevista, pensé que era uno de esos pacientes lacónicos, que se limitan a contestar con monosílabos y hacen pesada la sesión. Al preguntarle el nombre y decir Anré y no agregar el apellido, tuve la sensación que no venía como paciente. Una vez que terminé de hacer la ficha y preguntarle por el motivo de la consulta, empezó a hablar rápidamente y con precisión. El relato que hizo me pareció original, insólito y misterioso, por no decir fantástico. - Hace poco más de treinta años, me recibí de ingeniero mecánico, cambié varios trabajos buscando progresar en la profesión, pero nada me satisfacía. Poco tiempo después de recibido, tuve un sueño en el que inventaba una máquina revolucionaria, que aún hoy después de treinta años sería un invento sensacional que daría gran poder a quién la poseyera. Tuve una visión fugaz de la máquina y su funcionamiento pero capté muy bien la utilidad de la misma. Qued

El forastero solitario

  EL FORASTERO SOLIDARIO El hombre bajó del taxi y entró a la cafetería más concurrida y recomendable que había en el pueblo. Juan, se alegró al verlo entrar, porque llegaba el mejor cliente que había tenido en su vida de mozo, siempre le dejaba jugosas propinas. Desde hacía unas semanas, el hombre venía todos los días a desayunar. Antes de entrar, compraba al canillita que estaba en la puerta el diario del pueblo, le pagaba y siempre le decía quédate con el vuelto. Se ubicaba siempre en una mesa cerca de la vidriera y mientras leía el diario miraba pasar la gente. Juan comentaba con su patrón, que el hombre probablemente pensara venir a vivir al pueblo y quería familiarizarse con el mismo. El forastero de vez en cuando hacía alguna pregunta a Juan, pero éste no dejaba de percibir, que además el hombre prestaba atención a la conversación de los parroquianos, que a la mañana por lo general no eran muchos. Cada vez que lo atendía el forastero miraba a los ojos a Juan, una

¿Están entre nosotros?

  ¿Están entre nosotros? El hombre entró alterado y hablando rápidamente, con cara de persona muy asustada. Dijo que quería hacer una denuncia y el oficial se dispuso a tomarle declaración. Yo me fui a una sala contigua con el comisario, pero ambos nos quedamos escuchando el relato. Se identificó como Evaristo Arzán, Especialista en Higiene y Seguridad Industrial. “ Yo trabajaba en una industria química con mi compañero y amigo Rosendo Ovejero, geólogo y técnico en higiene y seguridad. Hace ocho meses la empresa nos comunicó que se iba a trasladar a Brasil; nos dieron la opción de seguir con el mismo cargo en la nueva sede o caso contrario indemnizarnos. Optamos por el despido y a partir de ese momento empezamos a buscar un nuevo trabajo, sin resultado. Un amigo nos sugirió tentar suerte en Neuquén y ofrecernos en empresas petroleras o mineras. Como hacía un año que me había divorciado y mi amigo, los únicos parientes que tenía, que eran sus padres, habían muerto, la idea nos pa